domingo, 25 de noviembre de 2012

Era un brindis


Ojalá te tuviera de nuevo frente a mí
para que pudieramos sonreír sin motivo
con ese particular humo irisado translúcido
particularmente edculcorado que tiene el tiempo
cuando tienes dieciseis años y muchos días por delante.

sin embargo me debo conformar
con el tú de ahora
el tú que mis ojos de ahora ven
quizás encontraría otro
si mis ojos fueran los mismos
pero el celuloide ha corrido
las imágenes han pasado
la cinta se ha ennegrecido
enmohecido y ahumado
y finalmente
aquí estamos
las paredes amarillas
no nos han engullido
pero sí nuestras paredes
las que sin evitarlo nos pusimos

el pelo cae blando sobre el suelo
y brillan unos ojitos púrpura en mis sueños
ya no son aquellos vibrantes pulsos vitales
estos sueños
son más bien carreras difíciles y sudorosas
contra la propia piel y el propio cuerpo.

oigo tu entrechocar de cucharas y tazas
tu sonrisa amagada y menguada
en las medias lunas de tus dedos
se asoman timidamente lunas nuevas
crecientes oscuridades que arraigan
en tus dedos mesando el frío
pálpito de angustia
que es
saberse vivo.

sonreíamos
ya no
sonreiremos de nuevo
cuando nos quede
una blanca sonrisa de hueso

era un brindis
pero será un requiem

eramos unos
pero seremos polvo
y polvo serán nuestros sueños.

jueves, 1 de noviembre de 2012

Paisaje de hoy: una fábrica



En el paisaje de hoy una fábrica
vacía de almas y mercancias
sus paredes parecen latón retrofuturista
una especie de ilusión traicionera
que se va con el inculcado recuerdo
de un coche volador que circula
por eclécticos túneles cuánticos
metracrilato maquetario y superglue.

Estoy entre sus negros barrotes
no aquí pero si en alguna parte
y quisiera que respiraras conmigo
su endiablada niebla de domingo
que buscáramos entre el terror
de las correas rotas y los silbidos
apremiantes de las máquinas de vapor

Y que juntos engulléramos lentamente
la tristeza del mundo abandonado
el gris perezoso que se balancea
en los espíritus anhelantes y sobrios
haciéndolos rígidos y quebradizos
corazones de metal por donde
solo resuenan estos ecos automáticos.

Pero ¡oh! Ahora recuerdo que tú
estás al otro lado de este inexpugnable
muro de piedra y lágrimas cristalinas
hoja de papel espejo inverso y frío
que más que unirnos nos separa
y no puedes más que intentar
agrupar éstas grafías garabateadas
de este burdo lenguaje humano
de esta lisiada forma de hablar
y recomponer un paisaje ya lejano
que nunca será tuyo ni mío
y que ya se pierde entre tus dedos
así como mis borrosas palabras
y la pequeña fábrica muerta en si
haciéndose una diminuta imagen
en el cristal moteado de vulgares gotas
como vocablos que caen en un mar
de insulsa nadería y superfluo sentido.