Retazos de celofán multicolor
encaramado a las rocas carmesí,
pequeño trocito de aterciopelado cielo,
lazos azules de luz
que se encrespan brevemente
en sus apergaminadas faldas de arena.
Rey del mar
lleva en su cabeza corona
rocosa muralla que con sus ojos
vigila desde lo alto la historia
que de adoquín en adoquín
entre sus estrechas calles brota
silenciosa a través de sus aromas
de mimbre, mirto y ricotta
de dulce y lenta tarde acalorada
ante el cristalino
frágil y eterno
mar.