miércoles, 6 de julio de 2011

Cesto


Un cesto de mimbre
acuna cien cerezas gemelas
rojas, morenas, brillantes
que lloran con un
inaudible silbido chirriante
por el calor alborotador
de la veraniega tarde.

Sus invisibles lágrimas
deja impregnado el aire
de un almibarado néctar
cuyo frágil olor hace
desacelerar los ajetreados
latidos de los corazones,
embadurnar de somnolencia
los párpados,
desembozar de pensamientos
los apergameninados ceños
y finalmente
hace surgir
una sonrisa leve,
cálida, simple
con la que presentarse
nuevo y limpio
ante el próximo
atardecer rojo.

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No lo pienses, suéltalo