Yo era ese niño asustado
que temía el reflejo de su espejo
aquel que
se cargo sobre las espaldas
los llantos
las horas muertas
los gritos
los lugares
en los que nadie
le había preguntado
ahora soy
ese hombre
con un niño adentro
encerrado
temeroso
intentando esquivar
las caricias
que le recuerdan
que una vez
estuvo acurrucado.
Hablas de esa ternura que abre la herida?
ResponderEliminarLa misma nostalgia, el mismo recuerdo, el mismo alivio, tal vez. Un lugar común.
ResponderEliminarBesitos, Dani, siempre es un placer leerte
Felicidades por tu nueva ubicación. Va mucho más contigo, con el hombre de hoy que lleva dentro muchos hombres, algún adolescente y, cómo no, un niño. Pero, no esquives las caricias, por favor.
ResponderEliminarHola.
ResponderEliminarcaricias que se tratan de evitar, pero que siguen latentes, tangibles como la piel..
saludos.